29.6.10

NUMANCIA Y LA PRESIDENCIA ESPAÑOLA DE LA UE

Dicen que la Centuria XI contiene la siguiente cuarteta de Michel de Nostradamus sobre España:

"De tierras con nombre de animal, vendrá quien gobierne a los iberos, adorará a reyes negros y abrazará religiones extrañas. Llenará su palacio de bufones y aduladores y usando su propia máscara de bufón, traerá consigo el hambre, la pobreza y la desesperación...".

Acostumbrados como estamos los españoles a la chanza fácil, resulta difícil resistir la tentación de identificar al protagonista con el presidente del gobierno español, habida cuenta de que León es la provincia de nacimiento de José Luis Rodríguez Zapatero. Y el mismo personaje parece estar en otra de las cuartetas, según la red de redes, para mayor deleite de los creyentes en profecías: “El demasiado buen tiempo de demasiada bondad real, hace y deshace con súbita negligencia. Ligero creerá el fallo de la democracia leal. Él puesto en muerte por su benevolencia” (Centuria X-43). Algunos, incluso, creerán que se trata de Carrero Blanco.

Conviene advertir que ni creemos en profecías, ni que éstas resultasen necesarias para adivinar cuál iba a ser el nefasto rumbo de España desde el año 2009. Aunque el presidente español no pare de afirmar que nadie sabía nada de la crisis que iba a asolar España, lo cierto es que el Monthly Report editado por La Caixa apuntaba malas maneras en el comportamiento de la economía española desde la segunda mitad de 2007. Será que él no lee en inglés; será que ninguno de sus numerosos asesores tiene acceso a esta información. En caso contrario, tendríamos que convenir que alguien está mintiendo en público.

La consecuencia es que las cosas no marchan bien. Con permiso del gobierno –y sin que se moleste nadie– puede afirmarse que las cosas andan bastante mal. La presidencia española de turno en la Unión Europea está arrastrándose con más pena que gloria, pese a los esfuerzos propagandísticos que se realizan en Bruselas. La cacareada “Alianza de Civilizaciones” ni está ni se le espera, a estas alturas. La deuda española se dispara y el desempleo alcanza unas cotas imprudentes. Desesperado ante estos indicadores, en una especie de caída del caballo (imitando a San Pablo), el adalid de la utopía optimista se ha reconvertido en un neoliberal a ultranza, al que no le duelen prendas en bajar salarios, congelar pensiones y pegarle recortes sin precedentes al Estado del bienestar español. Para mayor gloria de su arrepentimiento, se fotografía junto con su ex enemigo Silvio Berlusconi y realiza respetuosas genuflexiones ante Benedicto XVI. Excesos de converso.

Quien se había empeñado en mantener dentro de un “cinturón sanitario” a media España parece que se ha aprendido de memoria el manual del Kamasutra político para adoptar todo tipo de posturas con tal de conservar el poder. Hace tan sólo pocos años, media España era sospechosa de constituir una tenebrosa caverna donde se daban cita los retrógrados –y retrógradas– a los que era preciso hacer la vida imposible. Hace relativamente poco, España tenía que ser un país abierto a las legalizaciones masivas de inmigrantes a espaldas del resto de los socios de la Unión Europea. Para algo éramos soberanos. Hace muy poco, el gobierno español se empeñó en reescribir la historia reciente de su país a golpe de decreto, sin mediar una reflexión historiográfica, ni consultar al conjunto de los especialistas. Hasta antes de ayer, el gobierno español se empeñó en una guerra fría contra los EE.UU. presididos por George Bush y, de paso, en hostigar todo lo posible a Israel. Los considerados logros “sociales” se propagaron hasta tal grado que, justo antes de las elecciones de 2008, el presidente no dudó en “regalar” 400 euros a cada trabajador español con la intención de “crear ambiente” para triunfar en las urnas. A esto se le llamaba en otros tiempos compra de votos. Simplemente.

Ahora, sin embargo, el presidente español –antes socialista– se ha convertido en un decidido conservador de privilegios. Tal extremo ha alcanzado su viraje que ha dañado seriamente a amplias capas sociales sin pestañear. Y sin ahorrar un euro en los gastos de representación y boato de su propio gobierno. No duda en mimar a la banca y en escuchar los consejos (órdenes) del Ecofin o de su querido presidente Barack Obama. El desmontaje del Estado de bienestar está siendo tan profundo que nadie sabe cuándo recuperará España las recién perdidas conquistas sociales, si es que las recupera alguna vez. ¿A qué se debe tal cambio?

Naturalmente, la justificación oficial se esfuerza en demostrar que sus desvelos se centran en salvar al país de la crisis económica internacional que se originó –como siempre– en los EE.UU. (los de Bush, no los de Obama, claro está). Y para muestra pública de que se hace lo que se tiene que hacer, tenemos los botones de Alemania y Francia, que también han recortado beneficios y derechos sociales. Poco importa que estos gobiernos sean conservadores y nada tengan que ver con las pasadas veleidades izquierdistas de su homónimo español. Sin embargo, podemos entrever otras intenciones al observar que la puesta de largo de la reforma laboral coincide casualmente con el estreno de la selección española en los Mundiales de Sudáfrica (16 de junio de 2010) y que se remodelará próximamente el gobierno según se enfoque el debate sobre el estado de la nación o el proceso de clasificación de la “roja”.

Y es que el objetivo supremo es otro. La pura y dura conquista y mantenimiento del poder reside detrás de este “todo vale”. Es más que probable que el presidente Zapatero ni dimita ni convoque elecciones adelantadas en un momento inoportuno para él. Siempre tendrá como norte terminar la legislatura “como sea”, tal y como le manifestó al presidente de Cantabria recientemente. Como sea se alcanza el poder y como sea se mantiene. Y al precio que haga falta. Sería una ingenuidad pensar que no guarda un as en la manga. La crisis económica no será capaz de resolverla y, de hecho, la situación de España en el año 2012 será bastante más compleja que la de hoy, pero se sacará algún sonado éxito para investirse como candidato factible.

Es una reedición de la resistencia numantina. Aguantar lo inaguantable, sostener lo insostenible… enfrentarse a un destino marcado de antemano. Lo razonable sería ahorrarnos y ahorrarse sufrimientos, pero cuando alguien alcanza el poder a cualquier precio no está, precisamente por ello, dispuesto a soltarlo nunca. Pobre España y, de rebote, pobre Europa septentrional, siempre situada entre la sonrisa y la complacencia ante lo que ocurre en su sur. No es casual que justo en estos días España y Portugal hayan celebrado con fuegos fatuos y oratorias grandilocuentes su ingreso en Europa. Un cuarto de siglo de reticencias y encuentros. Ahora parece que retornan las desconfianzas ante los riesgos que acompañan a los socios meridionales.

El numantinismo ibérico será tanto más desesperado por cuanto su crisis no sólo se mide en términos de déficit: la clave del espinoso asunto reside en una acuciante y progresiva falta de liquidez. La creciente falta de solvencia del Estado español se refleja en su deuda pero, en realidad, ésta en su exhausta caja. Tiempo al tiempo.


(También publicado en CaféBabel.)