24.12.11

LA MIRADA DE UN NIÑO

Todos, cuando alcanzamos cierta edad, nos sentimos adultos. Nos sentimos responsables. Nos sentimos hasta serios. Nos sentimos en la plenitud de dirigir nuestra vida. Comandantes de nuestro destino. Nada más engañoso.


Sólo cuando vamos traspasando la frontera de los años, nos percatamos poco a poco que la vida nos discurre, nos traspasa, nos conduce y, en ocasiones, hasta nos empuja por puro determinismo. Lo que eran certezas sólidas se convierten en una suerte de "mousse" con áreas definitivamente licuadas. Es entonces, en medio de recuerdos y olvidos tan seleccionados como reinterpretados, cuando caemos en la cuenta de lo relativo que es todo. Observamos la vida tal y como es en realidad: un juego donde laten las ensoñaciones.


No es extraño que los abuelos se identifiquen con los nietos -incluso establezcan una alianza- frente a unos padres demasiado entretenidos en algo tan serio como la "realidad". Tal vez sea porque el futuro y el pasado sonríen ante lo débil y torpe que es el presente. Un presente que se empeña en dar lecciones al pasado y, más aún, se afana en determinar el futuro. Algunos políticos han intentado ser maestros en esto y se han quedado en aprendices del fracaso. El tiempo y su ritmo lo marcan todo.


La Navidad nos regala -seamos creyentes o no- algo muy valioso: un tiempo de paz y tranquilidad. Unos días para pararnos y observar. Unos momentos de sosiego para pensar. Y lo más provechoso que podemos hacer es contemplar a los niños. Atentamente. Fijándonos en lo que hacen y averiguando lo que sienten. Dejando a un lado a los que consumen alocadamente para arrepentirse en enero y, a otro lado, a los que critican la "polución lumínica" que la Navidad proyecta en sus oscuros rostros ocultos, este paréntesis anual merece cierto respeto. Siquiera sea por aquel código de honor que hacía que las guerras parasen una vez al año.


Y después de mucho contemplar, repensando lo que aprendimos, volvemos a ese pasado que siempre está en nuestra mente encomendándonos a un futuro que, con su sencilla sensatez, nos calma el alma. La Navidad es la mirada de un niño.

17.12.11

ADIOS

Tras la celebración de las aún recientes elecciones generales, parece ser que han tocado a su fin los largos mandatos del presidente José Luis Rodríguez Zapatero. Todavía corren las últimas horas de los últimos días de su presidencia, por muy en funciones que esté. No ha dejado pasar la ocasión de soltar sus últimas "perlas" y es posible que la semana que viene -cuando se convierta Mariano Rajoy en el sexto presidente de nuestra democracia- nos deje algún que otro recuerdo imborrable. Como el mismo: inolvidable.


Todavía en la primavera pasada arengaba sus huestes parafraseando a Azaña y anunciando la posibilidad de "grandes sorpresas" en su favor. Parece ser que no esperaba el resultado electoral de mayo, ni tampoco el de noviembre (su querido 20-N), como tampoco pudo ni imaginar las consecuencias que la crisis económica y su torpísima gestión iban a tener. Hace un año jugaba a los "secretitos" con su mujer y un amigo sobre si volvería ser candidato o no. Desconocemos la intimidad de los mensajes cruzados en aquel trío, lo que sí sabemos es que le fascinaba el poder y estaba dispuesto a agotar hasta el último de sus minutos. La consecuencia de ello ha sido una larga agonía de casi un año que ha profundizado aún más la brecha de la crisis económica. Primero anunció su renuncia a ser candidato (presionado por las circunstancias y no por su deseo), luego intentó estirar su poder hasta marzo de 2012. Al final, ha tenido que doblar la rodilla (y bien que le ha costado a los mercados) y ha tenido que salir por la puerta pequeña. Lo consiguió: se ha cargado al PSOE por bastantes años.


En el futuro se escribirán líneas sobre sus extrañas presidencias entre el 2004 y el 2011. Tan extrañas como un hombre que sabe cómo alcanzar el poder con las maniobras más audaces y oscuras (los socialistas de León le recuerdan bien) pero que, curiosamente, no sabe muy bien qué hacer una vez que ha llegado a La Moncloa. Mientras los tiempos fueron buenos, bastaba con redactar leyes de efecto y alcance pues el dinero sobraba. Gestionó bien la abundacia, lo cual no resulta ser muy original. De lo que no tenía ni idea era de gestionar de verdad; esto es: gestionar con recursos limitados o menguantes. Su capacidad para el dispendio corrió pareja a sus habilidades para improvisar. Lo llamativo es que no se comporta así en el acceso a cualquier tipo de poder; ahí si: calcula, establece un objetivo, diseña un camino y se lanza a través de él. Letal.


Fue un presidente a la eterna búsqueda de la confrontación con el supremo enemigo, fuente de todos los males: el PP. Desde el año 2003 hasta pasado el verano del 2011, le negó el pan y la sal a la oposición, a la que culpó de la crisis, de su origen y hasta de beneficiarse de la misma. La anatemizó detrás de un cinturón sanitario vergonzoso y, luego, volvió a hacerlo porque "no arrimaba el hombro". Ese comportamiento tiene su lógica si tenemos en cuenta que es un hombre acostumbrado a la lucha por alcanzar algo, pero que carece de las mínimas nociones sobre lo que significa ser presidente de un gobierno de todos los españoles, no de una parte de ellos. Por decirlo en pocas palabras: un sectario.


La prueba del nueve la tuvimos en el pequeño discurso de Rajoy en la noche electoral cuando prometió no ser sectario y gobernar para todos. Dime qué promete el nuevo y te describiré los vicios del viejo. Zapatero prometió en el 2004 "talante", justo esa suavidad en las formas que nunca poseyó Aznar en su segunda legislatura.


Toca, pues, decir "adios", "hasta siempre" o "hasta nunca", según versiones. Lo que nadie se atreve es a invocar su posible regreso futuro. Ni el más sectario de entre sus seguidores es capaz de pronunciar un "hasta pronto" o un "hasta luego". La carita de ángel de José Blanco en su última comparecencia lo decía todo. Otro cadáver político, por cierto.


El David leonés del ensoñado socialismo 2.0 ha levantado su pìe de la cabeza del monstruo simbolizado por ese Goliat que es el PP para marcharse a no sabemos dónde, ni sabemos a qué. El tiempo lo irá aclarando progresivamente: al fin y al cabo el todavía presidente en funciones es un taimado a respetar. Es hasta capaz de dar lecciones y directrices al maltrecho PSOE para decirle dónde se encuentra su salvación y cómo debe redimirse. Hay Mesías que, siendo el problema, se miran en el espejo mágico de su propia solución. Hay Mesías con rostros de cemento armado.


Como líder socialista deja un recuerdo inolvidable: nadie ha fortalecido electoralmente a la derecha tanto como Rodríguez Zapatero; nadie ha destruido tanto al PSOE por dentro y por fuera.


Te habrás quedado a gusto, hijo.

9.12.11

LOS HIJOS Y EL HAMBRE

Hace ya muchos años, una madre con tres hijos y embarazada de un cuarto fue abandonada por su marido. Ante la necesidad de dar de comer a sus hijos, fue a un supermercado sin dinero y robó dos paquetes de alimentos. El encargado se percató de la maniobra y, sin dar parte a la policía, la detuvo obligándola a pasearse por el establecimiento con un cartel que decía "Soy una ladrona". Al regresar a su casa, humillada, se lanzó desde el balcón muriendo en el acto. La indignación de los vecinos fue tal que se encaminaron al supermercado para incendiarlo con el encargado dentro. La policía tuvo que intervenir para parar el linchamiento.

El suceso tuvo lugar en la Barcelona del franquismo, según la denuncia de una oyente de La Pirenaica, aquella estación de radio que insuflaba un aire democratizador desde fuera de nuestras fronteras. El buen libro de Luis Zaragoza Fernández sobre aquella emisora recoge el caso.

El marco dictatorial explica buena parte de la anécdota. El hambre y la represión combinadas invitan al suicidio. Pero no lo explica todo. Para que una dictadura pueda existir y persistir es preciso el envilecimiento de una parte de la población: el grupo de colaboradores necesarios para abrir y cerrar cárceles, enchufarse a la burocracia del Movimiento o dar bofetadas desde una pequeña poltrona oficial. En otras palabras: ejercer el abuso de poder de manera miserable. No siempre ese abuso mantiene una proporcionalidad directa con respecto a la cantidad de poder que se posee. En bastantes ocasiones la proporcionalidad es justamente inversa. Como la de aquel humilde encargado que, para sentirse alguien entre los pasillos del supermercado, humilló hasta el límite a aquella madre con tres hijos y otro en camino.

Justo el más arrastrado es el más capaz de la mayor de las mezquindades. Puro envilecimiento.

19.11.11

Las elecciones y la televisión pública


Estos resultados fueron publicados el pasado 16 de noviembre en el teletexto de La Primera. Dijeron que fue un error y se eliminó en poco tiempo. Sin comentarios.













12.10.11

JUAN JOSÉ MILLÁS Y LA INTOLERANCIA

En el inquieto sopor de la consulta alargué la mano para tomar alguna revista con la que olvidar el tiempo de la espera. No conseguí una revista, pero sí un antiguo El País Semanal. Allí aparecía una notable lista de firmas que reflexionaban, desde las ópticas más dispares, sobre el tema de las tres décadas de elecciones que, grosso modo, habíamos cumplido en marzo de 2008.


No sorprendía el exagerado sesgo de algunos de los allí escribían cosas como “Pero ahora en serio. Tenemos toda la esperanza puesta en los que ahora votan. Porque éste es un país que hizo una transición cojeante, en el que sobrevive con salud la derecha nacional-católica de 1939, que sigue empeñada en retroceder a la mínima de cambio a Las Épocas Oscuras”. Tampoco nos sorprendió la agudeza y mesura de Santos Juliá, con un análisis más equilibrado sobre el balance final de la segunda legislatura de José María Aznar.


Lo que me hizo olvidar definitivamente los males que me habían llevado a la consulta fue el artículo de Juan José Millás titulado José Luis Rodríguez Zapatero. Él no es un superhéroe. Era tan sólo un título, porque para Millás el presidente se asemejaba a un adorado demiurgo progresista que estaba cambiando el devenir de España. De sus propias palabras: “Lo que hizo grande a Zapatero fue la revelación de que iba a acabar con España. Cualquier persona capaz de acabar con España merecía un respeto, sobre todo si, ya puesto, acababa también con Francia, con Bélgica, con Dinamarca” (imagine there’s no countries). Nuestro interés por él creció cuando se nos aseguró que pretendía ganar la Guerra Civil con 70 años de retraso. Un individuo dispuesto a corregir aquel error histórico tenía que ser un gigante (imagine there’s no Valle de los Caídos). Pero lo que lo elevó a la categoría de mito fue la denuncia de que en su agenda figuraba liquidar también esa fuente de neurosis conocida como familia tradicional (imagine there’s no cuñados)”.


Me asombró aquella declaración de Quijote de izquierdas que se sentía tan desarraigado de todo como por encima de muchos. El objetivo político de destruir España le parecía a Millás algo maravilloso y, de paso, acabando con las naciones de media Europa. Por si semejante propósito se quedara corto, Millás consideraba aceptable ganar una guerra varias décadas después, viajando en el tiempo para retorcer la historia y acondicionar la memoria. En otros términos: un viaje astral para “progretas”. Para terminar de completar el utópico cuadro, Millás aspiraba a que Zapatero dinamitase la familia tradicional, llevándose por medio a cuñados, suegros, suegras, esposas, etc.


A estas alturas, resulta patente que las huestes que jalearon a Zapatero fueron siempre más radicales que él. Al fin y al cabo, Zapatero cabalgó contra molinos de viento para destruir realidades que han terminado por aplastarlo, mientras los jaleadores estaban al abrigo del calor del poder. Puros Sancho Panza.


Obviamente, ninguna de esas utopías se ha cumplido. España, aunque maltrecha, sigue subsistiendo, al igual que muchos países europeos cuyas naciones estaba empeñado Millás en borrar del mapa. La reescritura ad hoc de la guerra civil se ha paralizado mientras las víctimas son objeto de olvido del gobierno. Los cuñados siguen dando tanto por saco como siempre: desagradables por naturaleza, salvo excepciones contadas en algún mundo hipotético.


Pensaba entonces que si la derecha tiene aromas rancios, la izquierda progresista –por boca de Millás- no quedaba a la zaga de la intolerancia. Un gobierno de España, para gente como Millás, tiene que ser necesariamente un gobierno de media España.


Su artículo termina con una rotunda afirmación: Zapatero está aseando un huevo a España. Suena a "limpia". La exterminación de los enemigos. El pie sobre los adversarios. El cinturón sanitario.


Señor Millás: en este ansia de "limpiar" a los adversarios, Rodríguez Zapatero no ha sido el primero.

4.10.11

LA ESPAÑA DEL SUPERVISOR DE NUBES

Corre por la red una versión actualizada de la fábula de la cigarra y la hormiga. Cualquier parecido con la realidad no es casual (aunque se advierte a ciertos lectores de "partido único" que, para leerlo, hay que tener sentido común y sentido del humor)


VERSIÓN CLÁSICA



La hormiga trabaja a brazo partido todo el verano bajo un calor aplastante.



Construye su casa y se aprovisiona de víveres para el invierno.



La cigarra piensa que la hormiga es tonta, y se pasa el verano haciendo turismo, bailando y de juerga.



Cuando llega el invierno, la hormiga se refugia en su casita donde tiene todo lo que le hace falta hasta la primavera.



La cigarra tiritando y sin comida, muere de frío.



FIN



________________________________



VERSIÓN ACTUALIZADA (Supervisión de nubes mediante)



1.- La hormiga trabaja a brazo partido todo el verano bajo un calor aplastante.



2.- Construye su casa y se aprovisiona de víveres para el invierno.



3.- La cigarra piensa que la hormiga es tonta...


y se pasa el verano haciendo turismo, bailando y de juerga.



4.- Cuando llega el invierno, la hormiga se refugia en su casita donde tiene todo lo que le hace falta hasta la primavera.



5.- Un día, tiritando a la salida de un bar de copas, la cigarra organiza con La Sexta una rueda de prensa en la que se pregunta... ¿por qué la hormiga tiene derecho a vivienda y comida cuando quiere, mientras ella tiene frío y hambre?



6.- La Cuatro, las cadenas de TV estatales y la cadena SER, organizan un programa en vivo en el que la cigarra sale pasando frío y calamidades y, a la vez, muestran extractos del video de la hormiga calentita en su casa y con comida en la mesa.



7.- Los españoles se sorprenden de que en un país tan moderno como el suyo dejen sufrir a la pobre cigarra, mientras que hay otros que viven holgadamente.


Las asociaciones contra la pobreza se manifiestan delante de la casa de la hormiga. TVE-1 transmite en directo la protesta.



8.- Los periodistas de El País y El Periódico escriben una serie de artículos en los que cuestionan cómo la hormiga se ha enriquecido a espaldas de la cigarra, e instan al Gobierno de Zapatero a que, en solidaridad, le aumente los impuestos a la hormiga.



9.- Rubalcaba, muy implicado con los animales,


hace una rueda de prensa desde su casa, en el mismo Zoo de la Casa de Campo.



10.- Respondiendo a las encuestas de opinión, el Gobierno de Zapatero elabora una Ley sobre la Igualdad Económica, en la que califica a la hormiga como una rémora del franquismo y promueve, en el Congreso, una Ley Antidiscriminación Contra las Hormigas, con carácter retroactivo.



11.- Ian Gibson publica su libro: "Las hormigas y el franquismo", que el Gobierno incluye en la asignatura de Educación para la Ciudadanía.



12.- Los impuestos de la hormiga han sido aumentados, y además le llega una multa porque no contrató a la cigarra como ayudante en verano y eso, además, se tipifica como que... "produjo a la cigarra un maltrato psicológico".



13.- Garzón embarga la casa de la hormiga ya que ésta no tiene suficiente dinero para pagar la multa y los impuestos.



14.- Finalmente, la hormiga se va de España.



15.- La Noria hace un reportaje donde sale la cigarra con sobrepeso, pues ya se ha comido casi todo lo que había en la casa de la hormiga mucho antes de que llegue la época...



16.- La antigua casa de la hormiga se ha convertido ahora en un albergue social para cigarras, pero la casa se deteriora rápidamente porque nadie hace nada para mantenerla en buen estado.



17.- Al Gobierno se le reprocha no poner los medios necesarios, por lo que Rubalcaba y Garzón ponen en marcha una comisión de investigación que costará 10 millones de euros.



18.- Zerolo se manifiesta por Chueca en solidaridad con las cigarras homosexuales, lesbianas y transexuales.



19.- Entretanto, la cigarra muere por una sobredosis de cocaína.



20.- La Cope y Telemadrid comentan el fracaso del Gobierno para intentar corregir el problema de las desigualdades sociales.



21.- La cadena SER, El País, Iñaki Gabilondo y la tribu catalana del PSOE (Carles Francino, Angels Barceló y Gemma Nierga) dicen que la culpa de todo es de Aznar, Irak, Franco y la Falange .



22.- La antigua casa de la hormiga ha sido ya ocupada por una banda de arañas marroquíes inmigrantes y el Gobierno de Zapatero se felicita en la TV por la... "pluralidad cultural de España, ejemplo del éxito de la Alianza de Civilizaciones".



...Y colorín colorado... ¡¡¡otra vez nos la han colado!!!

26.7.11

LOS PELIGROS DE UN ALMA DE CÁNTARO

La última de ayer que no será la penúltima de pasado mañana. Empeñado en salvar al mundo mientras la casa se le cae, el presidente Rodríguez Zapatero ha dado unas cuantas recetas para impedir la repetición de una tragedia como la ocurrida en Oslo. La frase estelar que no falte: “no es la locura la que lleva al fanatismo, sino es el fanatismo lo que conduce a la locura asesina”. Zapatero dixit. Un nuevo descubrimiento para la historia de la humanidad.




Hace unos meses –ante las elecciones municipales- parafraseó a Manuel Azaña para sentenciar: “España es un país de grandes sorpresas y de reacciones inesperadas”. Y tanto: todavía se tienen que estar preguntando algunos socialistas cómo han podido perder ciudades-feudo de toda la vida. En el mes de noviembre de 2007, con motivo de la presentación de las obras completas del que fuera presidente de la Segunda República desde 1936, Zapatero dijo que “la España que buscaba Azaña es la que más se parece a la actual”. Interpretaba así el pensamiento ajeno a través de tiempo, probablemente en algún tipo de trance o viaje astral que le condujo a ponerse en contacto con el mundo de los muertos.




Desconocemos sin en el futuro algún político recordará a Zapatero y sus sueños, aunque caben dudas razonables. Pero lo que sí parece claro es que el jugueteo de los políticos con los que ya no están para justificar su posición no es nada nuevo. Franco montó toda una mitología en torno a José Antonio. Fidel Castro hizo lo propio con Ernesto Guevara, omnipresente en La Habana y con un museo a su disposición. Zapatero lo hace a su modo. Olvida a Indalecio Prieto, entierra de nuevo a Alcalá Zamora, se envuelve de Negrín y hace de médium con Azaña (ese magnífico amigo de Negrín, por cierto). Pobres muertos y pobre Azaña.




Lo curioso de la comparecencia de Zapatero es que recordó otros atentados del pasado: “No podemos seguir la agenda como si fuera un hecho más. Como no lo fueron los atentados en Madrid (2004) o Londres (2005). La reacción política es lo que deseo que lidere la UE y es lo que necesitamos”. Pues eso está muy bien: combatir el terrorismo y la locura fanática. Debe de ser algo nuevo en quien, tras acceder al poder, retiró las tropas enviadas a Irak como respuesta directa y deseo de apaciguamiento de los terroristas. Debe de ser un umbral inédito a transitar para quien cree que la negociación con quien asesina es la mejor vía para solucionar los problemas o mejorar los sondeos.




Probablemente Rubalcaba –que todo lo piensa- sabe sacarle partido al asunto. A ver: Anders Behring Breivik criticaba a Zapatero; Mariano Rajoy, también. Un atentado, además, contra el partido socialdemócrata noruego. Blanco y en botella. Rajoy, Aznar, Franco y Breivik seguro que tienen alguna relación. A calentar motores para la campaña electoral. ¿Se acuerdan del PP simbolizado en un perro rabioso y baboso ladrando entre colmillos?

10.7.11

EL BOLUDO DE LA BANDERA

No pocos han sufrido en sus carnes la herida de haber acertado antes de tiempo. Suele ser peligroso abrir la boca para anunciar una mala nueva mucho antes de que alguien pueda averiguar su mero advenimiento. Como poco, genera incomprensión; habitualmente, granjea enemistades. El asesinato del mensajero suele tener un atractivo reparador en quien lo ejerce. Nada nuevo bajo el sol hispano y de parte del extranjero.

Joaquín Leguina ha escrito un libro bastante oportuno titulado "El duelo y la venganza. Los itinerarios del antifranquismo sobrevenido" (Madrid, La Esfera de los Libros, 2010). Sus páginas contienen no escasas verdades y tienen la virtud de haber acuñado un término necesario: el de "antifranquistas sobrevenidos". Con respeto a la ecuanimidad, Leguina recoge unas acertadas palabras pronunciadas por Rodríguez Zapatero cuando dijo que "...acertar antes de tiempo es también equivocarse...". Probablemente dijera eso como una ocurrencia de tantas u otra improvisación al aire. Tal vez lo afirmase desde la convicción de ser él un buen matador de mensajeros. Quizás fuese otra frase del violinista del Titanic con el que tantos puntos en común tiene nuestro inolvidable presidente en eternas funciones.

Lo importante es que lo dijo. Y tenía razón.

Y añade Leguina al respecto un simpático comentario de un argentino que textualmente dice:

"Cuando en una gran manifestación de masas un tipo va al frente de ella con una bandera, si camina a un metro de la gente es 'el abanderado', pero si va solo y treinta metros por delante, es el boludo de la bandera".

Aquí quien habla un poco se convierte en el boludo de la bandera, sobre todo aquellos que no pretenden ser abanderados de nada. El resto se acomoda entre el silencio almohadillado de la mayoría y el abanderamiento de los listillos de la imagen.

Pero no nos resistimos a decir que es bastante probable que nos ahorremos unos cuantos disgustos adelantando las elecciones y, de paso, se los ahorre también ZP. Es decir: que somos unos boludos de la bandera sin remedio. Los "demócratas" nos aconsejan la autocensura, lo políticamente correcto y el silencio si la melodía va a ser contraria a sus intereses. Viva la democracia; adios, libertad.

24.6.11

DECADENCIA

Sabíamos que la estupidez no conocía límites, pero la navegación sin norte alguno se nos aparece ya como una patología más grave aún. El pasado mes de febrero fue limitada la velocidad máxima en autovía y autopista a 110 kilómetros por hora. Ahora –tras algunas multas puestas- volvemos a los 120 ante la campaña turística de verano. La justificación era entonces la seguridad y el ahorro. Ahora, se levanta la restricción porque la situación ha cambiado radicalmente según -claro está- este singular gobierno. Rubalcaba se empeña en su papel de hablar para tontos de solemnidad, intentando convencer que tiene todas las claves de la verdad absoluta. La medida ha funcionado –según el sempiterno gobierno- pero la elimina ahora. Será porque es la única medida que le ha funcionado y mantiene las decisiones inútiles. La justificación resulta más difícil si observamos que el barril de petróleo estaba entonces a 111 dólares y ahora transita alrededor de los 107. La psicofonía gubernamental alcanza su paroxismo al verificar que la gasolina súper y el diésel estaban bastante más asequibles en febrero que ahora, en este caluroso junio.

El gobierno se debate en una decadencia patética, pero le sigue poniendo cachondo calentar al personal con ocurrencias cada vez más abracadabrantes. Esta “marcha atrás” la combina con un preludio bastante morboso acerca de lo que quieren –o no quieren- hacer con el cadáver de Franco. Hay que reconocer que saben cómo distraer al personal con gestos que no van a cambiar el pasado, pero pueden “animar” el presente de un país sin futuro alguno. Al menos no habrá ningún atisbo de futuro hasta la próxima convocatoria de elecciones generales, sea cual sea el resultado.

Mientras, sin ser capaz de hacer nada coherente ni serio, Rodríguez Zapatero anuncia la retirada de las tropas españolas de Afganistán. Justo después de que Barack Obama lo haya ordenado y, por supuesto, ni un minuto antes. El “seguidismo” de ZP con respecto a los Estados Unidos resulta curioso después de haber salido tantos improperios de su boca contra Aznar por su amistad con Bush. Es evidente que ya le gustaría tener con Obama la relación que su predecesor tuvo con George Bush Jr. No ha sido así y está fastidiado nuestro eterno y patriota ZP. Su grifo se cerró, en realidad, el 22 de mayo de 2004. Y no se dio ni puñetera cuenta.

No andamos en los tiempos de la “España sin pulso” de Silvela; tampoco es la nuestra la “España invertebrada” de Ortega. Pero algo pasa. Y lo que pasa es que se rasgan las vestiduras al ver acosados a los parlamentarios autonómicos en Barcelona cuando, en la misma ciudad, se toleró la quema de símbolos nacionales (incluido el retrato del rey) sin que ningún “progresa” pestañease. Ahora se extrañan algunos de las primeras acciones de los concejales y diputados de Bildu… ¿pero de verdad pensaban que ese personal había cambiado algo? El Tribunal Constitucional se ha lucido; el gobierno, también. De los ingenuos ni hablamos. Ahí tienen su producto. Aún resuenan las palabras de aquellos europarlamentarios estupefactos ante la petición de España de un apoyo del Parlamento Europeo para su proceso de negociación con la ETA. Les resultaba llamativo que todavía existiera la banda terrorista, pero aún les llamaba más la atención la debilidad de España que levantó el pie de una serpiente que se encontraba claramente asfixiada en enero de 2004. La misma España que requería apoyo de Estrasburgo para marchar entonces (y ahora) a ninguna parte. De momento, habrá que olvidar la presencia del retrato del monarca Juan Carlos I en muchas instituciones públicas del país por pura impotencia. Todo esto se pagará en el futuro, como ahora pagamos pecados del pasado.

Mientras, ahí sigue una España agazapada y silenciosa porque no le dejan ser otra cosa. La España que vota y concede mayorías. La España que la izquierda no quiere oír cuando no vota a favor de ella. La España que se equivoca si vota a la derecha porque ya se sabe: el PP no debe gobernar nunca para determinada tipología de “demócratas”.

Por si todavía don Quijote no estuviera contento con el páramo generado en sus sueños de locura, se permite darle consejos a los griegos sobre las reformas que deben de llevar a cabo. Exactamente las mismas que ZP propone y esteriliza a la vez. Con poca educación pero con mucha precisión Yorgos Papandreu podría decirle: “olé tus cojones”.

12.6.11

LAS ELECCIONES MUNICIPALES EN SEVILLA




Toda una foto. Tomada a comienzos de junio de 2011 en la zona este de la ciudad de Sevilla. Ya han pasado las últimas elecciones municipales que se han saldado, por cierto, con una victoria de la hasta ahora oposición por mayoría absoluta. Algún pecadillo tuvo que cometer la alianza PSOE-IU para cosechar resultados tan vergonzosos. O quizás se habrá equivocado el pueblo, como le gusta decir al derrotado Torrijos (IU) que sigue creyendo en la lucha de clases y en la vanguardia del proletariado local condensada en él mismo.

Pero ni siquiera interesan a estas alturas las elecciones y sus resultados. Más elocuente resulta contemplar los carteles fijados en un lugar prohibido para tales menesteres. Más aún: tapando al adversario que, en realidad, puede ser el posible o probable aliado siempre que se someta a los dictados del "pueblo", cuya vanguardia sólo puede ser representada por el comunismo en su versión más "Visa-progreta".

La interpretación del posible "peligro de muerte" queda sometida al juicio del lector para que saque sus propias conclusiones. Eso sí: la fotografía es real. Como la vida misma, por mucho que corran para quitar estos carteles.

22.5.11

EL EFECTO ‘ZP’ Y LOS INDIGNADOS

Lo podíamos haber titulado “La indignación del efecto ZP”, “El efecto ZP y la indignación” o, incluso, desde una perspectiva más drástica “La indignación contra lo indigno”. Todos vienen a ser lo mismo para nuestro cometido.

Parece que, por fin, los españoles han reaccionado. Y buena falta hacía. Había que hacerlo ante quienes, sintiéndose impunes, no hacían otra cosa que legislar contra las gentes –muy especialmente contra las clases medias y trabajadoras- en su propio y exclusivo beneficio. Sacralizaban las leyes que ellos mismos habían redactado y castigaban a quien no las cumpliera. Han jugado a dividir a las gentes, para castigar a unos y luego a los otros. Hasta que no han podido hacerlo contra los miles de personas congregadas pacíficamente en las plazas y demás lugares públicos de nuestras ciudades. Se atrevieron incluso a recurrir al ejército para solucionar un problema laboral. El abuso mezclado con el estupro. Las gentes debían saltar. Bastante y sorprendente paciencia han tenido.

Los españoles que se creyeron las bondades de ZP y su “efecto” han salido decepcionados a la larga. Los que nunca nos creímos sus ocurrencias, quedamos decepcionados casi de inmediato. Retirar las tropas de Irak unilateralmente, sin aviso a los aliados y muchos días antes de la fecha que él mismo había señalado (30 de junio de 2004) ya me indignó. Más doloroso fue el comprobar su descarada mentira en agosto de 2005 cuando 17 soldados murieron en Afganistán por derribo de dos helicópteros y él dijo que había sido un accidente. Me indignó que arrancase documentos del archivo de la guerra civil porque se los tenía que dar a su amigo Carod Rovira. Me indignó que su ministro de Asuntos Exteriores (el recordado Moratinos) pasase documentación secreta del Estado español a su otro amigo Hugo Chavez, acusando al gobierno de Aznar de preparar un golpe de Estado en Venezuela (por eso el sosegado Chavez comenzó a llamar “fascista” a Aznar). Me indignaron la SGAE y la ley Sinde… Vamos, que llevo tiempo indignado. ¿Cómo no simpatizar con la protesta del 15-M?

Muchos españoles también han simpatizado con ella. Muchos que también han votado con el balance que se ha visto el domingo 22 de mayo de 2011. Realmente, la indignación no sólo estaba en las plazas. Millones de españoles se han pronunciado terminando con el dominio despótico del PSOE en ciudades como Barcelona o Sevilla (en ésta última ni siquiera llegó a ganar en las últimas elecciones). Millones de personas estaban ya hartas de tener que callar y pagar, mientras otros hablaban y gastaban sin parar porque el cortijo era suyo.

Tiempo habrá para describir con más detalle los pecados cometidos por los que hoy han perdido las elecciones. Pero quedan, a mi modo de ver, tres asuntos pendientes.

El primero es que Zapatero no se ha ido y no tiene el menor interés en hacerlo, aunque para ello tenga que cargarse al país y dejar al PSOE destrozado. Tan mal puede acabar el partido socialista que, ciertamente, puede quedar herido de muerte el bipartidismo. Y eso no es nada patriótico, viniendo de este singular señor don “patriota”. Es razonable que Zapatero se digne –o lo “dignen”- a convocar elecciones para los meses de octubre o noviembre. En todo caso antes de Navidad. Que así sea. En caso contrario, el socialismo español lo va a pagar todavía más caro.

Lo segundo es que es muy posible que el movimiento del 15-M se diluya por completo o, a lo sumo, permanezca un núcleo duro que terminará identificándose con alguna fuerza política de izquierda, naturalmente. No debe importarnos tanto ese núcleo duro, como muchas de las propuestas que se han hecho en los primeros movimientos de la protesta emanadas de la generalidad de los que se han sumado. Había mucha persona sensata en la membrana del movimiento. Mucho joven (y no tan joven) moderado que quiere perfeccionar el siempre perfectible sistema democrático. Es a ellos a los que hay que prestar atención. Hay que sentarse a hablar del Senado, de la organización territorial del Estado y del sistema electoral. Es una demanda social evidente. Sin duda, una demanda mucho mayor que la orgía estatutaria que a muy pocos importaba. Véase la abstención en el referéndum sobre el Estatuto de Cataluña, por cierto parcialmente inconstitucional. Habrá que redactarlo de nuevo, ¿no?

Lo tercero es que el PP tiene la oportunidad de gestionar la crisis y los problemas aludidos, además de los que le vayan llegando conforme pase el tiempo. No va ser perfecto, ni va a enderezar el reguero de problemas legados por ZP en un año, ni en dos. Pero debe administrar con inteligencia y eficacia el enorme triunfo recibido. Las urnas han dado la exacta medida de la indignación y en qué sentido se movía el enfado real de la mayoría (no sólo de la que estuviera en las plazas). Debe hacer justo lo contrario que el PSOE de Zapatero. Es decir: claridad en las decisiones, planificación de las mismas, rigor en una gestión ajena a las ocurrencias de última hora, eficacia y sosiego.

Mientras el PP gobierna, el PSOE tiene ante sí la responsabilidad de reconstruirse internamente, rearmarse con ideas de verdad y hacer una oposición seria en la cual la política exterior quede fuera del debate. Y ambos, evidentemente, tendrán que trabajar más en un modelo electoral más plural, en el que otros partidos tengan más oportunidades de desarrollarse. Al fin y al cabo, si surgen otras fuerzas políticas con posibilidades será por las faltas de los dos grandes partidos actuales, no por sus aciertos.

De momento, podemos felicitarnos todos. Sobre todo, por haber recobrado la calle y los espacios de libertad que nos han ido arrebatando con una malévola sonrisa progresista. Bendito este día y los que sigan, en los que podemos criticar al gobierno municipal o al autonómico sin ser reprendidos por “fascistas”.

Señor Rodríguez Zapatero: ya no estamos crispados; has conseguido que estemos indignados.

3.4.11

CELTIBERIA SHOW

Dos carteles, situados en esos centros de relación social y desarrollo cultural denominados "bares". Uno en Santander; el otro, en Zaragoza. País.

LOS POSIBLES FUTUROS DEL PSOE

El día dos de abril de 2011, después de una tortuosa espera alentada por sus propias indecisiones, Rodríguez Zapatero anunció que no sería el candidato en las elecciones de 2012. Deja al partido en una situación más que precaria y abre un camino a la sucesión muy hipotecada por su resistencia a permanecer en el poder. Ya le ocurrió en el otoño de 2007 cuando se negó a convocar elecciones anticipadas en las que hubiera obtenido, probablemente, mayoría absoluta. Se aferró hasta el último minuto y en marzo de 2008 revalidó mayoría, sí, pero relativa.

Ya sabemos que detrás de su particular concepción de "talante" discurren el endiosamiento y la megalomanía. Sin duda, afirmará en el futuro que él nunca perdió unas elecciones, del mismo modo que recientemente afirmó sin sonrojo que "Voy a hacer campaña explicando por qué hemos salido de la crisis". No menos asombro produce escuchar que él había prometido estar tan sólo dos legislaturas en el poder, extremo completamente falso porque nunca hizo una declaración pública en ese sentido. Otra cosa es que lo pensase. Pero es demasiado burdo equiparar pensamiento y promesa justo ahora, cuando sabe que va a perder las próximas elecciones. Lo meritorio es lo contrario: anunciar que uno sólo va a permanecer dos legislaturas al frente de la presidencia del gobierno cuando las circunstancias económicas son claramente favorables y la reelección está casi asegurada.

El célebre efecto ZP -con su cohorte de gentes haciendo la señalita de la ceja encima del ojo- se ha saldado con una estripitosamente baja valoración del presidente. Más baja aún que las peores de Felipe González o José María Aznar cuando soplaban vientos contrarios. Su manifiesta incapacidad para gobernar ha sido puesta en evidencia, más allá de los bandazos, del populismo y de su capacidad para dividir a los españoles con los más diversos pretextos.

La prueba del algodón de todo esto es que buena parte del PSOE, hoy por hoy, no quiere identificarse con el zapaterismo ni en pintura. El Comité Federal no le rogó precisamente que se quedase y el sucesor (o sucesora) tendrá que distanciarse tarde o temprano de un tipo de política que sólo puede dar resultados en un momento de bonanza económica extrema. Si nos fijamos bien, el problema del socialismo español -también del europeo- es de ausencia de señas de identidad claras en el mundo de comienzos del siglo XXI.

Evidentemente, todo pasará y Zapatero será un recuerdo de un período de nuestra historia reciente. Lo importante no es ya quién será el sucesor (o sucesora); lo verdaderamente clave será la capacidad que tenga el partido para redefinir un mensaje nuevo para las demandas de la sociedad española actual. Y, en ese sentido, es preciso romper la identificación del socialismo con el reconocimiento de ciertos derechos sociales, la puesta en marcha de leyes sin acompañamiento económico suficiente, las alianzas de conveniencias con cualquier fuerza política con tal de ganar poder o la obsesión por aplastar al principal partido de la oposición rompiendo las políticas del consenso en materias básicas.

Más allá de las futuras cabezas del cartel socialista, han de ser las ideas las que guíen el camino para la recuperación de la confianza del electorado. Y algunas -sólo algunas- de las líneas que pueden coincidir con los sentimientos de la mayor parte del electorado son las siguientes:

1. Poseer una clara idea de lo que debe ser el Estado central y su relación con las Comunidades Autónomas. Un Estado central que no puede ceder todas sus competencias en virtud de negociaciones coyunturales y unas Comunidades Autónomas que, al ser también Estado, han de ser corresponsables y entender que hay unos denominadores comunes mínimos que son patrimonio de todos. Habrá, por tanto, que enderezar la orgía estaturia sin límite abierta en la segunda mitad de la última década. Por otro lado, hay que acercar la administración al ciudadano y, para ello, no hay camino más eficaz que reforzar la administración local con transferencias reales de recursos (no sólo competencias) de las Comunidades Autónomas a los Ayuntamientos.

2. Definir cuál es el modelo de Estado del bienestar que propugna la socialdemocracia. Es fundamental saber con qué medios cuenta y qué objetivos quiere cubrir a corto, medio y largo plazo. Las conquistas sociales deben de ser eso: conquistas. Es inadmisible poner en marcha una determinada política social para que quede frustrada por falta de dinero o, simplemente, por supresión de la misma, como si una conquista no fuese un derecho. En ese sentido habrá que prometer pocas medidas sociales, a cambio de ser sólidas y estar garantizadas para el futuro, con independencia de las coyunturas económicas. El Estado del bienestar no puede seguir siendo un Estado meramente asistencial y los ciudadanos han de ser corresponsables con el mismo.

3. Legislar acorde con la realidad. Pocas leyes y realistas. Con cierta capacidad para transformar la realidad si es posible, pero huir de las tentaciones legisladoras para rellenar papel que no van a tener resultado práctico alguno.

4. Mostrar una imagen de rigor, seriedad y buen hacer. Hay que sustentar valores como los del esfuerzo, el trabajo y el sacrificio. Al ansiado cambio de modelo productivo no se llega por el camino del colchón adormedecedor de las subvenciones. Los paternalismos populistas de los 400 euros han de erradicarse, al igual que no se puede limitar la acción legislativa al reconocimiento de derechos individuales. Los derechos colectivos también son derechos y de mayor importancia aún desde una perspectiva socialdemócrata.

5. Recuperar la política del consenso, muy especialmente en los pilares básicos de la economía, la sanidad y seguridad social, la educación, la seguridad interior y la política exterior. La política exterior nunca podrá estar presente en los debates de una campaña electoral.

6. Reorientar algunas de las políticas que se han puesto en marcha como, por ejemplo, la de la denominada "Memoria Histórica" como un reencuentro global con nuestro pasado. Un pasado que es común y que no puede ser excluyente, ni estar orientado a proyectar en las generaciones futuras la reproducción del rencor o los odios del pasado. El reconocimiento de las víctimas debe ser completo, esto es, de todas las víctimas.

Si el PSOE sigue adherido a un zapaterismo reciclado, pocas oportunidades tendrá de salir de la bancada de la oposición en mucho tiempo.

30.3.11

BONO

Se trata de José Bono Martínez, un político socialista y un español por los cuatro costados. Pese a todo lo que se ha dicho de él y de sus presuntas riquezas, si hubiera sido él el encargado de presidir el gobierno desde el año 2004 nos habríamos ahorrado algunos disgustos. No sufriríamos el grado de centrifugación -y vaciado- del Estado propiciado por Zapatero y su concepto de "España plural". Tampoco se habrían perdido los papeles negociando con ETA hasta más allá de la prudencia y de la lealtad a las instituciones básicas de un Estado democrático. Que nadie se rasgue las vestiduras. Ser corrupto es un pecado grave, pero la alta traición es un delito mucho más peligroso.

Con mucha razón aseguraba José Bono la mañana del 30 de marzo de 2011 en Ondacero que "entre Otegui y Acebes, creo a Acebes". Con ello quería decir que entre ETA y el gobierno, hay que que creer a éste último en el contexto del escándalo del "chivatazo" del caso 'Faisán'. Es un asunto de lealtad básica, mienta o no el gobierno. No es vano el dicho popular que subraya la conveniencia de lavar los trapos sucios en casa. El problema es que algo se quebró entre el 11 y el 14 de marzo de 2004 y no ha sido aún recompuesto. ¿Por qué Zapatero no afirmó entre el 11 y el 14 de marzo de 2004 lo que hoy dice Bono? Prefieron creer a Otegui que a Acebes con tal de cargarse a José María Aznar. Lo consiguieron. Ahora toca pagar la factura.

Triste España que no se respeta a sí misma.

27.3.11

SÍ A LA GUERRA

Corría el inicio de la década de los noventa y un estudiante de instituto preguntó al profesor de Historia: “¿Es verdad que van a reducirse los presupuestos de Educación para pagar los tres barcos que vamos a enviar al Golfo Pérsico?”. En aquella época todavía sabían los alumnos dónde estaba el Golfo Pérsico más o menos; un abismo separa aquellos tiempos de los que corren actualmente. No obstante, el nexo común entre el ayer y el hoy se sitúa en la manipulación demagógica de la que se dice “izquierda” y de algunos de los que juran encontrarse “a la izquierda de la izquierda” por evitar denominarse “extrema izquierda”. La pregunta de aquella adolescente dejó sorprendido al profesor. Lo absurdo de la misma se despejó con una tranquila negación y con el paciente consejo del docente sobre la conveniencia de dejar pasar tan sólo unos meses para demostrar la falacia de los que tienen por oficio ser falaces, en la imposibilidad manifiesta de ser capaces de ganar unas elecciones.

Tuvo que tragar quina entonces el presidente Felipe González ante las preguntas de la oposición exigiéndole los detalles del apoyo concedido a los Estados Unidos en su primera guerra de Irak. Muy especialmente, me refiero a los insistentes requerimientos de Julio Anguita a los que González replicaba con un “damos a los Estados Unidos todo el apoyo posible en estas circunstancias” y un “no desvelamos detalles por seguridad de las fuerzas comprometidas en la operación”. No son expresiones literales, pero compruebe el lector el sentido de las intervenciones parlamentarias en las actas de las sesiones del Congreso de los Diputados.

Años más tarde, sería el presidente José María Aznar el que tendría que hacer frente al coste político de secundar a los Estados Unidos en la segunda guerra de Irak. Hubo, no obstante, una diferencia: el PSOE –ya liderado por Rodríguez Zapatero– se había enfundado en una campaña demagógica para alcanzar el poder y metió los asuntos de política internacional en el debate partidista. Esa estrategia propia de la “izquierda de la izquierda” –amparada en su inconfesable confianza de no ganar nunca unas elecciones generales– fue adoptada por el partido llamado a ocupar el centro-izquierda y, por tanto, con posibilidad de alcanzar responsabilidades de gobierno. El suicidio estaba servido. Más tarde o más temprano tendría que tomar una decisión: o retirarse de Irak, o matizar sus promesas ante sus fieles. La segunda exige un tacto habilidoso para no perder votos, pero puede ser asumible; la primera significa una traición manifiesta a una potencia aliada de la que dependemos. Desde luego, una traición que no es letal a la vista de la insignificancia relativa de nuestro país, pero hiriente en todo caso. Escaso recorrido tiene quien, siendo dependiente, piensa que es su propio amo y señor.

Casi ocho años deben haberle enseñado algunas cosas sobre la política al presidente Rodríguez Zapatero. A jugar sucio desde luego, lo cual es una cualidad en un político que tenga los pies en el suelo. Es indicativo que desde que retiró las tropas de Irak no haya descansado en su tarea de enviar soldados al exterior, algunas veces a jardines exóticos de los cuales no sabemos muy bien cómo salir. Como ejemplos tienen el incremento de tropas en Afganistán, la aventura libanesa y, ahora, una voluntad de bombardear Libia ofreciendo todo el apoyo a los Estados Unidos desde las bases hispano-estadounidenses en nuestro territorio, sobre todo Morón y Rota, además de movilizar efectivos propios para las operaciones de guerra (varios aviones, un submarino clase “Mistral” y una fragata tipo F-100, al parecer y por ahora).

Los que están aceptando esto y rechazaron en su día la invasión de Irak son gente curiosa: o tienen un cinismo genético hincado en vena o manifiestan una ignorancia notable cuando alardean de que “ahora hay una Resolución de la ONU”. Por partes. La Resolución 1441 de noviembre de 2002 (aprobada por unanimidad en el Consejo de Seguridad) dio un ultimátum a Sadam Hussein que contemplaba el uso de la fuerza si el régimen de Bagdad no se desarmaba. Aquella fue la justificación para el ataque que se produciría más de tres meses después. Los que no quisieron ni siquiera tomarse la molestia de leerse aquella resolución son los mismos que, ahora, no dudan en poner su alma en sancionar la legitimidad del ataque contra Libia porque hay una rotunda determinación de la ONU. Por cierto, es tan “rotunda” que no ha habido unanimidad en el Consejo de Seguridad (como sí la hubo en noviembre de 2002). Y ha habido demasiada prisa por ponerse en marcha ante la presumible victoria del tirano en la guerra civil libia. Varias veces ha decretado ya el “tirano” Gadafi el alto el fuego, pero las fuerzas de la “comunidad internacional” siguen atacando. Por cierto, si alguien tiene una definición concreta de lo que significa “comunidad internacional”, puede informar de ello. ¿Es China “comunidad internacional”? ¿Lo es Rusia?

Como hay todavía quien no sabe que hay una diferencia sustancial entre el derecho internacional y las relaciones internacionales, merece la pena indicar que las dos guerras de Irak fueron invasiones, como lo fue Afganistán entre una y otra, como lo es esta de Libia que, de momento, es una mera intervención. El control de las materias primas, de la energía y de zonas estratégicas son algunas de las razones que sustentan estas guerras. Si alguien piensa que todavía están buscando a Bin Laden en Afganistán o que extirpar al único líder laico del norte de África ha sido una medida legítima provocada porque está matando a su gente, que los dioses le bendigan en su infinita ingenuidad.

Volviendo a asuntos domésticos, se puede ver claramente la maniobra que se perpetró en España durante el bienio 2002-2004. La guerra de Irak importaba poco; el objetivo era derribar al gobierno de José María Aznar mediante levantamientos callejeros de provocación. Lo que comenzó con el desastre del “Prestige”, continuó con las movilizaciones del “No a la guerra” y concluyó con los atentados del 11-M. El gobierno de entonces no estuvo fino en evitar la ola que se le venía encima y se confió demasiado. Sería letal para el PP –caso de que vuelva próximamente al gobierno de la nación– dejar tantos flancos sin cubrir si la oposición vuelve a ponerse tan demagógicamente agresiva como entonces.

El objetivo consistía en tomar el poder a cualquier precio y, evidentemente, Rodríguez Zapatero no lo va a soltar gratis. Cuenta con el silencio secuestrado de las gentes que lo sustentan ciegamente (que no son pocas). Ahora prácticamente nadie sale en manifestación contra la guerra de Libia que hemos visto comenzar, siendo difícil adivinar qué efectos va a tener a medio plazo. Nadie pregunta qué gastos tiene esta aventura de Rodríguez Zapatero en medio de la crisis económica que padecemos. Nadie abre los ojos al oír a la ministra Trinidad Jiménez afirmar que no hace falta el permiso del Congreso para enviar tropas al exterior cuando se trata de un caso de “urgencia”. Podía haber dicho esto mismo hace unos años cuando el ejecutivo de Aznar se embarcó en lo de Irak. Los “stocks” de cemento armado, sin duda, deben ser importantes en nuestro país tras el desplome de la construcción: algunos y algunas lo llevan en sus respectivos rostros. Los españoles permanecen perfectamente alienados mientras consumen telebasura y opinan que lo mejor es no estar presentes en el mundo, para evitarse problemas.

Las sucesivas metamorfosis de Zapatero son sistemáticamente perdonadas por sus feligreses. Ni siquiera se cuestionan si conviene o no que repita como candidato. Su iluminado altar será ocupado por otro (o por otra) que va a contar con un voto rígido y fiel que lleva votando al “partido” toda la vida. Para estos votantes no hay más que “un” partido; el partido único, en otras palabras. Si alguien duda de esto, que contabilice los millones de votos que va a cosechar el PSOE en las convocatorias electorales que quedan por venir. Ya verán. Puede incluso perder la mayoría, pero el puñado de millones de votos no se lo quita nadie. Conviene no olvidar que Zapatero está ahí porque los españoles lo quieren y quieren esa política de la nada. Los heterodoxos no suelen ser mayoría.

Por su parte, la izquierda de la izquierda ha mantenido una postura, al menos, coherente. Consciente de que no va alcanzar la mayoría (lo contrario supondría un problema para sus limitadas estructuras, incapaces de cubrir los numerosísimos cargos públicos con militantes propios) protestaba ayer como protesta hoy: tomando la calle o, por lo menos, armando ruido. La derecha –o, mejor dicho, las derechas– también mantienen un cierto grado de coherencia: apoyan la intervención en Libia como impulsaron la entrada en Irak. Aunque don José Blanco no lo reconozca, las derechas tienen un moderado complejo a parecer demasiado agresivas y se han puesto al lado del presidente Rodríguez Zapatero quien, en su día, hizo todo lo posible por boicotear la proyección internacional que España estaba adquiriendo. ¿Se acuerda don José? Y todavía hay quien lo llama “Pepiño”. No haga usted caso, don José, a esos crispadores de la caverna, que la recuperación económica está ya en marcha. Como el adviento que va a preceder al nacimiento del nuevo “mesías” socialista.

La clave de la bóveda se sitúa, pues, en el PSOE que debe encontrar su sitio, su lugar socialdemócrata después del baño de radicalismo populista y demagógico que le han dado Rodríguez Zapatero y sus adláteres. El problema de la presunta sucesión está planteado. No duden que el presidente lo va a resolver a su conveniencia, no según los intereses del partido. ¿Que no? Ya verán.

Cuenta con votos y con soporte social Zapatero. Más del que se cree. Es curioso comprobar que mientras militantes socialistas se muestran inquietos y reflexivamente críticos ante la situación, auténticos hooligans del PSOE (que jamás han hecho nada en política activa, por cierto) amparan, jalean y sueñan con el ostracismo de todos los que no voten al amo. Son los mismos que aplaudieron al alcalde de Getafe, Pedro Castro, cuando llamó a los votantes de la derecha “tontos de los cojones”. Son los mismos que se lamentaron al ver que Aznar salió vivo del atentado que sufrió. Son los que sueñan con ponerle una mordaza al adversario y, si hace falta, encerrarlo. Zapatero, pues, tiene aún margen de maniobra.

Otra cosa será que haga caso a la banca cuando le aconseja que termine la legislatura y que no abra la margarita de la sucesión. Pocas veces se ha visto más claro cómo Botín le ha hecho la cama al presidente. Y pocas veces se ha visto más claro cómo el presidente tiene sus propios cálculos en la cabeza para perpetuarse el máximo tiempo posible en ese espacio del que tiene una sed inagotable: el poder.

10.3.11

A MEDIA LUZ (o las improvisaciones del señor Ocurrencias)

Nos vienen acostumbrando al absurdo y una buena porción está ya tan alineada que ni siquiera se siente estúpida. La sonrisa que sostenían los bufones de Velázquez aún se mantiene en rostros, tal vez beneficiados de algún “ERE”, quizás colgados de la blanda manduca que proporciona el ingreso de nómina sin dar palo al agua durante toda una mensualidad. El caso es que nadie se mueve ante la estulticia esculpida cada viernes por parte del gobierno. Y los hay que hasta se molestan si se denuncia el escándalo. País.

La cosa es que tenemos unos rectores de la cosa pública que nos cuidan, al parecer, por nuestro bien. Si nos negaron la crisis por año y medio fue precisamente para no inquietarnos, que el corazón sufre. Si llegó el desastre, nos lo palian con un verdadero jarabe de palos para los más desfavorecidos. Si nos suben la electricidad un 3% a comienzos de 2010 es para que aprendamos a ser sensatos en el consumo de la misma. Si nos la suben más de un 10% (IVA incluido) en 2011 es para que aprendan esos cabritos a los que les da por encender la luz de manera insolidaria. Si nos ponen una multa es por nuestro bien. Si reducen la velocidad máxima a 110 kilómetros por hora en vías rápidas es porque somos unos inconscientes. Si nos apagan la mitad de las farolas es para que veamos mejor la carretera. ¿A quién le daría por poner tantas luces en las carreteras? Sería a los eternos conspiradores. Probablemente Franco estuviera ya en el ajo y, por supuesto, seguro que Aznar tuvo la culpa. A media luz se está mejor.

Nada como una media luz mientras estás circulando, sin saber si te topas con un tractor por delante o te embiste un camión de doce ruedas por atrás. ¿Por qué negarse al placer sorpresivo? Nada de gastos superfluos en las carreteras, ni en la vida cotidiana. Para eso ya están los convoyes de coches de cilindrada del presidente, que le acompañan donde quiera que va. Sin límites de velocidad, sin atascos, sin tonterías de bolsa-caca, ni canon digital. Por las buenas, a toda marcha, que para eso es presidente. ¿A qué velocidad y qué itinerario en contramano siguió el cortejo del presidente del gobierno el 13 de febrero de 2011 cuando entró y salió del Palacio de Congresos de Sevilla? Por lo visto la velocidad es virtud en los mandamases (cuestión de seguridad) y vicio en los contribuyentes que pisan el acelerador (también cuestión de seguridad). Ya sabes: “No podemos conducir por ti”. Seguido de: “pero sí te podemos poner una multa que te crujen los huesos si aparcas en zona azul o te pasas un kilómetro/hora de la velocidad establecida”. No podemos conducir por ti; nos basta con meter la mano en tu cartera.

Los ciudadanos han pasado a ser unos menores de edad de los que se presupone todo tipo de infracciones. El canon digital es un canto inigualable a la previa culpabilidad de todo bicho viviente que se acerque a un ordenador. El aborregamiento ha llegado a tal límite que el gobierno ha planteado apagar las luces a las seis de la tarde y todavía hay quien lo entiende. Como entienden que treinta y pico “eres” presuntamente fraudulentos se conviertan en “tres o cuatro” por la mágica aritmética de don Manuel Chaves, expresidente de la Junta de Andalucía. Y cantaba don Blas Infante aquello de “andaluces, levantaos”. Apañado fue un día por los unos y apañado está por los otros.

Y están perfectamente convencidos de lo que hacen. El primero, el presidente. Durante su penúltimo lucimiento internacional y en su visita a Túnez, Zapatero no ha dudado en explicarle al primer ministro Béji Caïd Essebsi –de 84 años de edad- su visión teleológica de la transición a la democracia en España. Según su nueva y personal historiografía, el joven Rodríguez Zapatero tenía 15 años cuando murieron Franco y la dictadura que había golpeado y aniquilado a su abuelo y hostigado a su padre (alto funcionario en el Ayuntamiento de León y miembro destacado de su colegio de abogados) y, por lo visto, a media familia. Zapatero se estrenó en las urnas votando la Constitución de 1978 (toda una señal de su predestinada vocación política) y, años más tarde, aquel todavía imberbe luchador por la democracia que estrenó Constitución se convirtió en presidente del gobierno de España. Todo el camino recorrido ha servido justo para eso: para convertirle en presidente. Ante semejante explicación, Essebsi tuvo que calar al personaje y sus generosas promesas de ayuda, espetándole un “esperamos que mañana pueda usted decir lo mismo”. La sabiduría de llegar a los ochenta años.

Algunos –los que más demócratas se creen- calificarían a este gobierno de grupo angelical y bienintencionado que no debería ni siquiera convocar elecciones para evitarle a la ciudadanía la tentación de votar a la “caverna”. Otros, sencillamente, dirían que son una caterva de cínicos. Menuda tropa.

Tranquilos que la culpa -seguramente- es de Franco… o, tal vez, de Moody’s. ¿Verdad, presidente?