En febrero, de nuevo, otro supuesto grupo de terroristas islámicos ha sido detenido. Esta vez en Vitoria. Están acusadas de realizar operaciones de proselitismo pero sin pruebas de poseer armamento, ni nada que demostrara su intención inmediata de atentar. No obstante el ministro del Interior, Rubalcaba, ha justificado la operación porque de la fe se pasa en poco tiempo a la acción terrorista. No cabe otra cosa que felicitarse por la eficacia de las fuerzas de seguridad.
Ahora bien: ¿en qué se diferencia esta nueva detención de la Operación Lago (ridiculizada como Comando Dixán)? ¿Todo vale ahora y nada valía antes? ¿Por qué ahora, en vísperas electorales, se producen estas detenciones? ¿Cuál es el grado de riesgo al que estamos sometidos por nuestra presencia en Afganistán y nuestra aventura en Líbano (que parece ser que se va a complicar)?
Me alegro, en todo caso, que la actual oposición no haya tachado de racista ni xenófobo al gobierno por haber procedido a estas detenciones. Felicito al gobierno por eficaz y a la oposición por responsable. También felicito al señor Caldera por su silencio.
Ya veremos qué pasa después de todo esto.
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