No pocos han sufrido en sus carnes la herida de haber acertado antes de tiempo. Suele ser peligroso abrir la boca para anunciar una mala nueva mucho antes de que alguien pueda averiguar su mero advenimiento. Como poco, genera incomprensión; habitualmente, granjea enemistades. El asesinato del mensajero suele tener un atractivo reparador en quien lo ejerce. Nada nuevo bajo el sol hispano y de parte del extranjero.
Joaquín Leguina ha escrito un libro bastante oportuno titulado "El duelo y la venganza. Los itinerarios del antifranquismo sobrevenido" (Madrid, La Esfera de los Libros, 2010). Sus páginas contienen no escasas verdades y tienen la virtud de haber acuñado un término necesario: el de "antifranquistas sobrevenidos". Con respeto a la ecuanimidad, Leguina recoge unas acertadas palabras pronunciadas por Rodríguez Zapatero cuando dijo que "...acertar antes de tiempo es también equivocarse...". Probablemente dijera eso como una ocurrencia de tantas u otra improvisación al aire. Tal vez lo afirmase desde la convicción de ser él un buen matador de mensajeros. Quizás fuese otra frase del violinista del Titanic con el que tantos puntos en común tiene nuestro inolvidable presidente en eternas funciones.
Lo importante es que lo dijo. Y tenía razón.
Y añade Leguina al respecto un simpático comentario de un argentino que textualmente dice:
"Cuando en una gran manifestación de masas un tipo va al frente de ella con una bandera, si camina a un metro de la gente es 'el abanderado', pero si va solo y treinta metros por delante, es el boludo de la bandera".
Aquí quien habla un poco se convierte en el boludo de la bandera, sobre todo aquellos que no pretenden ser abanderados de nada. El resto se acomoda entre el silencio almohadillado de la mayoría y el abanderamiento de los listillos de la imagen.
Pero no nos resistimos a decir que es bastante probable que nos ahorremos unos cuantos disgustos adelantando las elecciones y, de paso, se los ahorre también ZP. Es decir: que somos unos boludos de la bandera sin remedio. Los "demócratas" nos aconsejan la autocensura, lo políticamente correcto y el silencio si la melodía va a ser contraria a sus intereses. Viva la democracia; adios, libertad.
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