Sabíamos que la estupidez no conocía límites, pero la navegación sin norte alguno se nos aparece ya como una patología más grave aún. El pasado mes de febrero fue limitada la velocidad máxima en autovía y autopista a 110 kilómetros por hora. Ahora –tras algunas multas puestas- volvemos a los 120 ante la campaña turística de verano. La justificación era entonces la seguridad y el ahorro. Ahora, se levanta la restricción porque la situación ha cambiado radicalmente según -claro está- este singular gobierno. Rubalcaba se empeña en su papel de hablar para tontos de solemnidad, intentando convencer que tiene todas las claves de la verdad absoluta. La medida ha funcionado –según el sempiterno gobierno- pero la elimina ahora. Será porque es la única medida que le ha funcionado y mantiene las decisiones inútiles. La justificación resulta más difícil si observamos que el barril de petróleo estaba entonces a 111 dólares y ahora transita alrededor de los 107. La psicofonía gubernamental alcanza su paroxismo al verificar que la gasolina súper y el diésel estaban bastante más asequibles en febrero que ahora, en este caluroso junio.
El gobierno se debate en una decadencia patética, pero le sigue poniendo cachondo calentar al personal con ocurrencias cada vez más abracadabrantes. Esta “marcha atrás” la combina con un preludio bastante morboso acerca de lo que quieren –o no quieren- hacer con el cadáver de Franco. Hay que reconocer que saben cómo distraer al personal con gestos que no van a cambiar el pasado, pero pueden “animar” el presente de un país sin futuro alguno. Al menos no habrá ningún atisbo de futuro hasta la próxima convocatoria de elecciones generales, sea cual sea el resultado.
Mientras, sin ser capaz de hacer nada coherente ni serio, Rodríguez Zapatero anuncia la retirada de las tropas españolas de Afganistán. Justo después de que Barack Obama lo haya ordenado y, por supuesto, ni un minuto antes. El “seguidismo” de ZP con respecto a los Estados Unidos resulta curioso después de haber salido tantos improperios de su boca contra Aznar por su amistad con Bush. Es evidente que ya le gustaría tener con Obama la relación que su predecesor tuvo con George Bush Jr. No ha sido así y está fastidiado nuestro eterno y patriota ZP. Su grifo se cerró, en realidad, el 22 de mayo de 2004. Y no se dio ni puñetera cuenta.
No andamos en los tiempos de la “España sin pulso” de Silvela; tampoco es la nuestra la “España invertebrada” de Ortega. Pero algo pasa. Y lo que pasa es que se rasgan las vestiduras al ver acosados a los parlamentarios autonómicos en Barcelona cuando, en la misma ciudad, se toleró la quema de símbolos nacionales (incluido el retrato del rey) sin que ningún “progresa” pestañease. Ahora se extrañan algunos de las primeras acciones de los concejales y diputados de Bildu… ¿pero de verdad pensaban que ese personal había cambiado algo? El Tribunal Constitucional se ha lucido; el gobierno, también. De los ingenuos ni hablamos. Ahí tienen su producto. Aún resuenan las palabras de aquellos europarlamentarios estupefactos ante la petición de España de un apoyo del Parlamento Europeo para su proceso de negociación con la ETA. Les resultaba llamativo que todavía existiera la banda terrorista, pero aún les llamaba más la atención la debilidad de España que levantó el pie de una serpiente que se encontraba claramente asfixiada en enero de 2004. La misma España que requería apoyo de Estrasburgo para marchar entonces (y ahora) a ninguna parte. De momento, habrá que olvidar la presencia del retrato del monarca Juan Carlos I en muchas instituciones públicas del país por pura impotencia. Todo esto se pagará en el futuro, como ahora pagamos pecados del pasado.
Mientras, ahí sigue una España agazapada y silenciosa porque no le dejan ser otra cosa. La España que vota y concede mayorías. La España que la izquierda no quiere oír cuando no vota a favor de ella. La España que se equivoca si vota a la derecha porque ya se sabe: el PP no debe gobernar nunca para determinada tipología de “demócratas”.
Por si todavía don Quijote no estuviera contento con el páramo generado en sus sueños de locura, se permite darle consejos a los griegos sobre las reformas que deben de llevar a cabo. Exactamente las mismas que ZP propone y esteriliza a la vez. Con poca educación pero con mucha precisión Yorgos Papandreu podría decirle: “olé tus cojones”.
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