24.12.11

LA MIRADA DE UN NIÑO

Todos, cuando alcanzamos cierta edad, nos sentimos adultos. Nos sentimos responsables. Nos sentimos hasta serios. Nos sentimos en la plenitud de dirigir nuestra vida. Comandantes de nuestro destino. Nada más engañoso.


Sólo cuando vamos traspasando la frontera de los años, nos percatamos poco a poco que la vida nos discurre, nos traspasa, nos conduce y, en ocasiones, hasta nos empuja por puro determinismo. Lo que eran certezas sólidas se convierten en una suerte de "mousse" con áreas definitivamente licuadas. Es entonces, en medio de recuerdos y olvidos tan seleccionados como reinterpretados, cuando caemos en la cuenta de lo relativo que es todo. Observamos la vida tal y como es en realidad: un juego donde laten las ensoñaciones.


No es extraño que los abuelos se identifiquen con los nietos -incluso establezcan una alianza- frente a unos padres demasiado entretenidos en algo tan serio como la "realidad". Tal vez sea porque el futuro y el pasado sonríen ante lo débil y torpe que es el presente. Un presente que se empeña en dar lecciones al pasado y, más aún, se afana en determinar el futuro. Algunos políticos han intentado ser maestros en esto y se han quedado en aprendices del fracaso. El tiempo y su ritmo lo marcan todo.


La Navidad nos regala -seamos creyentes o no- algo muy valioso: un tiempo de paz y tranquilidad. Unos días para pararnos y observar. Unos momentos de sosiego para pensar. Y lo más provechoso que podemos hacer es contemplar a los niños. Atentamente. Fijándonos en lo que hacen y averiguando lo que sienten. Dejando a un lado a los que consumen alocadamente para arrepentirse en enero y, a otro lado, a los que critican la "polución lumínica" que la Navidad proyecta en sus oscuros rostros ocultos, este paréntesis anual merece cierto respeto. Siquiera sea por aquel código de honor que hacía que las guerras parasen una vez al año.


Y después de mucho contemplar, repensando lo que aprendimos, volvemos a ese pasado que siempre está en nuestra mente encomendándonos a un futuro que, con su sencilla sensatez, nos calma el alma. La Navidad es la mirada de un niño.

1 comment:

Anonymous said...

Buenisimo, gracias Julio.

He recordado este spot:
http://www.youtube.com/watch?v=5zmJVuyxfck