16.12.12

La redención de la memoria

Que la memoria es selectiva, ya lo sabíamos. Que la memoria es el resultado de moldear los recuerdos, también. Es bueno que haya políticas y lugares de la memoria. El problema no es que existan; el drama es que sean deliberadamente deshonestas para terminar de embotar los mejores destinos de los usos públicos de la Historia. 

Una muestra es la reconstrucción biográfica del productor cinematográfico Elías Querejeta Gárate realizado en La 2, en el programa "Imprescindibles", emitido el viernes 14 de diciembre de 2012. Es preciso prestar atención, especialmente, a partir del minuto seis y cuarenta segundos. Es entonces cuando se trata el asunto de la infancia de Elías Querejeta y se aborda la semblanza de quien fuera su padre, del mismo nombre y primer apellido. Se dice de don Elías Querejeta Insausti que estuvo oculto al comienzo de la guerra civil y muy de pasada se dice que fue presidente de la Diputación de Guipúzcoa. Y ahí se queda todo. En realidad, apoyó el golpe del 18 de Julio desde una ideología inequívocamente tradicionalista. Su recompensa fue el ser elevado a la presidencia de la Diputación guipuzcoana por nombramiento de Franco. Desde ese primer cargo, sería destinado como gobernador civil de Murcia entre 1941 y 1943.

No fueron precisamente los nacionales los culpables de que tuviera que ocultarse al estallar la guerra. Más bien, la victoria nacional fue la causa de la promoción política que experimentó durante la guerra y la primera posguerra. Aunque el programa televisivo centra su atención en la carrera de su hijo dentro del mundo del cine, es de justicia tratar con objetividad la figura del padre. Ya que salió a relucir su nombre, debieron decirse algunas cosas más de él. Igual que fue un decidido antirrepublicano, fue también un tradicionalista que se comprometería en la lucha por sus ideales, llegando a ser detenido en 1945. El mismo Elías Querejeta Insausti que se sumó a la liquidación de la República fue el que, años después, criticaría al régimen desde una óptica tradicionalista. El guionista del reportaje no debío rechazar los matices para caer en el maniqueísmo simplificador. Para no complicarnos ni la vida ni la memoria preferimos ocultar que hubo antirrepublicanos que terminaron siendo antifranquistas o que partidarios de la República prestaron una colaboración más o menos activa a la dictadura.

Resulta aconsejable recuperar el rigor si no queremos terminar creyendo -y haciendo creer- que Andreu Nin fue fusilado por orden de Franco.

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